Un pedazo de Suecia en mi barrio: Experiencia de Cliente en IKEA, México

marzo 10, 2025
Antropología Empresarial, Experiencia Cliente

Redescubriendo mi barrio: Un giro inesperado

Hace un par de días regresé después de varios años a la colonia o barrio donde crecí, en el poniente de la Ciudad de México. Me sorprendió encontrar un enorme centro comercial en lo que en mi niñez era una zona industrial dedicada a la producción de estufas y otros productos que ya no recuerdo. Ahora, en ese espacio, se erige un complejo comercial moderno con tiendas mexicanas e internacionales como IKEA, H&M, Ferrioni, restaurantes de diversa gastronomía, cines y múltiples opciones de entretenimiento.

Este cambio me hizo reflexionar sobre cómo ha evolucionado el entorno en el que crecí. Cuando era adolescente, teníamos que desplazarnos a otras zonas de la ciudad, como el sur o el oriente, para encontrar cines, centros comerciales o restaurantes variados. En mi barrio solo había unos cuantos restaurantes locales y pequeños negocios, pero nada más allá de eso. Ahora, la oferta es otra, y con ella también cambia la dinámica social y cultural del lugar.

Mi experiencia de cliente en IKEA México

Al caminar por la plaza, me encontré con la tienda IKEA, una empresa sueca con más de 473 tiendas en el mundo, y lo primero que me atrapó fue su propuesta de diseño para el hogar. Sus salas, comedores y recámaras reflejaban un estilo europeo que rara vez había visto en México, hasta años recientes. Ahora, una parte de la cultura sueca estaba al alcance de las familias de mi colonia.

Un detalle que me resultó particularmente interesante fue la decoración de sus espacios de exhibición. Los libreros, por ejemplo, estaban llenos de libros en sueco y algunos pocos en inglés, pero casi ninguno en español. Esto me hizo preguntarme:

¿Por qué IKEA no adaptó estos elementos a la cultura local? ¿Por qué los colores de las paredes y muebles no reflejaban los tonos tradicionales que se encuentran en los hogares mexicanos?

Desde una perspectiva antropológica, encontré una posible explicación. IKEA, al no tropicalizar su propuesta, ofrece un contraste cultural que resulta atractivo. Su diseño, colores y mobiliario representan un paisaje aspiracional para muchos visitantes. Para algunas personas en mi barrio, adquirir muebles en IKEA puede ser una forma de adoptar un nuevo estatus social o, simplemente, de experimentar algo distinto. El atractivo radica, precisamente, en esa sensación de estar consumiendo algo ajeno, casi como ser turista en tu propia ciudad.

¿Por qué IKEA no tropicaliza su propuesta en México?

Esto me llevó a pensar en cómo otras marcas internacionales manejan estos contrastes culturales. Algunas empresas suelen adaptar sus productos a los gustos locales —por ejemplo, McDonald’s incluye tortas de pastor o guacamole en su menú mexicano—, mientras que otras, como IKEA, mantienen su esencia extranjera como parte de su propuesta de valor. En el restaurante, por ejemplo, ofrecen albondigas de carne con gravy, puré de papas y mermelada. No pretenden ser locales, y esa postura deliberada genera un deseo por lo «exótico».

La propuesta de IKEA está dirigida a un segmento de la población con poder adquisitivo, pero también con afinidad cultural hacia un estilo de vida más internacionalizado.

El mensaje que IKEA transmite es claro: “lleva un pedazo de Suecia a tu casa”. Este es un fenómeno que se repite en varias partes del mundo donde IKEA ha llegado, y evidencia cómo las dinámicas de globalización y consumo influyen en la experiencia del cliente.

El impacto del contraste cultural en la experiencia del cliente

Pero este fenómeno no es exclusivo de IKEA ni de mi colonia. En diversas partes del mundo, vemos cómo los estilos de vida, valores estéticos e incluso gastronómicos se están occidentalizando, generando un choque cultural que, lejos de borrar identidades locales, las reconfigura. El mercado local, aunque transformado, sigue funcionando; los parques, los pequeños negocios y las costumbres permanecen, pero ahora conviven con supermercados, tiendas de conveniencia y centros comerciales con propuestas globales.

En este caso, la propuesta de IKEA —sin haber hecho un esfuerzo de tropicalización— termina siendo atractiva precisamente por ese contraste.

Visitar la tienda es, en esencia, vivir una experiencia extranjera sin salir de la ciudad, y llevar a casa un fragmento de ese viaje.

Reflexión final: ¿Es sostenible este modelo de experiencia en IKEA México?

Me pregunto si este fenómeno también sucede con otras marcas internacionales en México. ¿Te ha pasado algo similar al visitar alguna tienda extranjera? ¿Consideras que esta falta de adaptación cultural en la experiencia del cliente es una estrategia acertada o debería IKEA esforzarse por ser más local?

Déjame tu opinión en los comentarios, ¡me encantaría conocer tus experiencias!


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Si deseas profundizar más sobre los temas abordados en el artículo de hoy, los siguientes recursos te serán de utilidad:

BLOG: ¡Ponte en sus Zapatos!​: Experiencias centradas en el cliente.

PODCAST: Episodio 12. Oscar Meza: Creatividad y conexión con clientes en el diseño de productos. El caso de Grupo Coppel y su cultura de innovación corporativa.

BLOG: Los mitos para crear la eXperiencia de Cliente en la investigación y el diseño: Una mirada desde la Antropología del Diseño

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